No sé de qué hablan otras parejas (sí sé que muchas excluyen de sus conversaciones, de manera explícita o implícita, sus avatares laborales, algo que comprendo pero no comparto; nuestros trabajos, queramos o no, son una parte importante de nuestras vidas, una parte que, en mi caso, quiero compartir con quien comparto todo lo demás), pero ello no me impide reconocer que nuestras charlas son peculiares.
Aunque podemos pasarnos horas hablando de George Lucas, Indiana Jones, los Oscar o alguna tontería que hemos leído por internet, las conversaciones más jugosas suelen ser las que tienen que ver con Perdidos, que a veces duran hasta justo el momento en que nos vamos a dormir (así sueño luego lo que sueño), cuando pueden confluir, sin más problemas, la Teología (a un nivel básico, eso sí) y lo que pasa en la puñetera isla:
Yo: Lo que pasa es que a ti no te cae bien Locke.
Él: Sí que me cae bien.
Yo: Si dices que es el demonio.
Él: Que diga que es el demonio no quiere decir que no me caiga bien. Aunque sea ateo, creo en el demonio, y me cae bien.
Yo: No puedes creer en el demonio si no crees en Dios. Van en lote, como el cielo y el infierno. No puedes creer en uno sin creer en el otro.
Sí que estáis rayados…
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Cada uno tiene sus rarezas…
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Tranquila. Mi flamante ex y yo nos insultábamos mentando a Cortázar y a la Wollstonecraft. Y a -nuestro favorito- Rousseau y Hobbes. Todo es normal
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Qué nivel, pro Deum. Lo nuestro es también para iniciados, pero más de andar por casa, creo.
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