Se la llama a menudo Grand Central Station, pero en realidad su nombre oficial es Grand Central Terminal. La Station es la oficina de Correos situada junto a este precioso edificio, parada final de las líneas ferroviarias que a ella llegan (de ahí lo de terminal; si fuese una parada de paso sí sería una estación). Esta maravilla arquitectónica, que habréis visto en infinidad de películas (desde la infravalorada El rey pescador hasta esa reurbanización masiva de Nueva York que es la primera entrega de Los Vengadores), está situada en la calle 42, en pleno Midtown de Manhattan y rodeada de rascacielos.
Y a punto estuvo de ser enterrada por ellos. Su destino iba a ser el mismo que el de la todavía más hermosa Penn Station, demolida y convertida en una maraña infernal subterránea sobre la que hoy en día se erige el Madison Square Garden. Pero al menos la destrucción de la estación de Pennsylvania sirvió para algo. La indignación que despertó en muchos neoyorquinos (y ciudadanos de todo el país, algunos tan ilustres como Jacqueline Kennedy) inspiró la New York City Landmarks Preservation Commission, una institución encargada de proteger el patrimonio histórico de la ciudad del urbanismo desenfrenado. Una de sus primeras decisiones fue declarar Grand Central como landmark, lo que la salvó de las excavadoras.
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